Vaya, no esperaba yo, siendo gato, tantos seguidores en tan poco tiempo!! Voy a intentar responder a todas vuestras cuestiones lo mejor que pueda.
Lo primero que me pedís es que enmarque la historia. Algunos no entendían lo de la pared, ni lo del tocayo... así que vamos allá!!
Mi humana, a la que adoro, porque me cuida, me da de comer, me mima incluso a horas intespectivas, en fin, ella, tiene un restaurante. Un lugar precioso, por cierto, con encanto, donde se come de fábula y donde la gente que lo visita es feliz. Sin embargo, en esto de los bares y restaurantes ocurre lo mismo que con los animales domésticos. Los animales domésticos, los llamados pets, suelen tener sus propios animales domésticos (llamese pulguitas, garrapatas...) que son bastante incomodos. Yo, como soy de raza noble y muy pijo, y mi humana me cuida tan bien, nunca he tenido animales domésticos propios. Mis hermanas tampoco. Ni siquiera Joselito, el pollito. Pero el restaurante de mi humana tiene desde hace nueve años una incomodidad (No te subas a la parra tocayo, que sólo te he llamado incomodo). Según he podido leer en internet, eso le suele ocurrir a todos los bares y restaurantes. A veces, sus dueños humanos lo solucionan haciendo algo que llaman "huntar" al incomodo con prevendas varias. Pero mi humana se niega a entrar en esa dinámica, dice que es por principios, lo cual me parece admirable.
Y, casualidades de la vida, lo juro por Snoopy, tenemos el mismo nombre. Un nombre elegante, regio, que no se olvida. Los dos nos llamamos Alfonso.
Espero que con esta breve introducción, queridos seguidores, hayais entendido el por qué escribo este blog. Creo que aportar una optica felina a esta situación puede llegar a clarificarla. Muchas veces el ver las cosas desde fuera nos aclara la mente.
Vuelvo pronto! Mientras, sed felices!
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